Sistema energético

EL SISTEMA ENERGÉTICO ACTUAL

1. UN SISTEMA DE GRAN DEMANDA ENERGÉTICA.

El alto nivel de vida del que disfrutamos en los países desarrollados necesita del consumo de grandes cantidades de energía para sostenerse. La climatización de nuestras viviendas, la iluminación, los electrodomésticos, los vehículos, el funcionamiento de la industria, la agricultura y los servicios públicos esenciales, como la educación o la sanidad, requieren de enormes aportes energéticos.

Andalucía demanda anualmente 179.274,52 GWh de energía final, equivalentes al consumo de 15,45 millones de toneladas de petróleo, que emiten 55 millones de toneladas de CO2 al año. Granada, con casi el 11% de la población andaluza consume 1,42 millones de toneladas equivalentes de petróleo y emite algo más de 5 millones de toneladas de CO2 anualmente.

Nuestra economía necesita, asimismo, de esta energía. La tasa de intensidad energética es el indicador que mide la cantidad de energía necesaria para la generación de riqueza, medida en unidades de Producto Interior Bruto. En el año 2008 fueron necesarias 175,8 toneladas equivalentes de petróleo (tep) por cada millón de euros de PIB. Esto coloca a España un 18,6% por encima de la media de la Unión Europea de los 15 y un 8,6% superior a la Europa de los 25, lo que significa que nuestra economía es una de las más ineficientes de la Unión Europea, situándose en la décimo segunda posición, sólo detrás de Portugal, Grecia y Finlandia.

2. DEPENDENCIA ENERGÉTICA.

El 85% de la energía primaria que consumimos la compramos a otros países: Arabia Saudí, Iraq, Venezuela, Rusia, Argelia… En 2006, estas compras superaron los 8.000 millones de euros, lo que representa más del 40% de las importaciones andaluzas y el 42% de las granadinas. Si pudiésemos eliminar este gasto, la balanza comercial andaluza pasaría de ser negativa en casi 6.000 millones de euros a convertirse en positiva, con casi 700 millones de euros. En el caso de Granada, significaría un ahorro superior a los 550 millones de euros.

La repercusión de los precios de estos productos es muy notable en la inflación, la competitividad de nuestras empresas, la factura eléctrica doméstica, los fertilizantes, el transporte, etc. Por otro lado, la concentración de los yacimientos en pocos países provoca una elevada inestabilidad geopolítica y el uso de sus recursos como elemento de influencia política.

Esta importantísima dependencia energética hace que nuestro modelo socioeconómico sea frágil en términos de coste e inestabilidad del suministro.

3. AGOTAMIENTO DE LOS RECURSOS.

El 93% de los recursos energéticos que utilizamos son de origen fósil: petróleo, carbón, gas natural o uranio. Esto significa que se trata de bienes limitados, generados en momentos de la historia del planeta en condiciones muy concretas.

Efectivamente, existe un consenso general en la comunidad científica al indicar que los grandes yacimientos de petróleo ya han sido localizados y que no se espera descubrir otros nuevos de importantes dimensiones.

Considerando las grandes reservas aún sin explotar (como las de Alaska) y los recursos petrolíferos no convencionales (crudos pesados o arenas bituminosas) se calcula que existe disponibilidad de abastecimiento para los próximos 50 años. No obstante, existe un grupo cada vez más importante, de especialistas que opinan que nos encontramos muy cerca del pico del petróleo, que es el momento en el que la disminución de producción en estos yacimientos comienza a manifestarse.

PICO DEL PETRÓLEO

Fuente: ASPO, Asociación para el Estudio del Pico del Petróleo

Al margen de las estimaciones sobre el tiempo de agotamiento, lo cierto es que estos recursos se acaban y es necesario disponer de alternativas energéticas.

4. INSOLIDARIDAD E IMPOSIBILIDAD DE EXTENDER EL SISTEMA ENERGÉTICO ACTUAL.

El actual sistema energético incluye además una grave injusticia planetaria puesto que excluye a la mayor parte de la población del mundo. El 20% más rico, consume el 80% de los recursos energéticos del mundo; 2.000 millones de personas no tienen acceso a energía comercial y 2.400 millones utilizan la leña y los residuos animales como principal fuente energética.

Mientras que un habitante islandés consume 29.412 kWh/año, en Nigeria el consumo es de 40 kWh/año por persona. En el caso de España, el consumo anual per cápita es de 6.325 kWh/año. Estados Unidos, con el 5% de la población mundial, consume el 25% de los recursos energéticos del planeta.

En suma, el actual modelo energético es insolidario e imposible de extender al conjunto del planeta, simplemente porque no existen recursos para todos.